Señor Presidente,
Costa Rica quiere agradecer a Usted y su delegación por la convocatoria a este
importante debate. Nuestro país está firmemente comprometido con el sistema jurídico
internacional y confía en que el desarme global y la no proliferación de armas de armas
de destrucción masiva deben lograrse por medio del diálogo y la negociación de
instrumentos jurídicos.
A través de los años han surgido propuestas y medidas para avanzar en este tema:
Hemos prohibido los ensayos nucleares, pero el Tratado de Prohibición Completa de
los Ensayos Nucleares (CTBT por sus siglas en inglés) todavía no ha entrado en vigor.
Hemos tratado de prohibir la producción de material fisionable, pero aún no hemos
logrado que las negociaciones inicien en la Conferencia de Desarme, que está desde
hace años paralizada y cuya membresía no es universal.
Hemos llamado a fomentar la transparencia en torno a los arsenales y la verificación de
las reducciones a través del Organismo Internacional de Energía Atómica (IAEA), y el
cese de los programas de modernización. Sin embargo, los procesos de verificación
bilateral y unilateral siguen siendo la norma.
Hemos adoptado la resolución 1540 del 2004, que impone una serie de obligaciones
vinculantes a todos los Estados Miembros, incluyendo, entre otras cosas, el deber de
abstenerse de prestar ningún tipo de apoyo a los agentes no estatales que tratasen de
desarrollar, adquirir, fabricar, poseer, transportar, transferir o emplear armas nucleares,
químicas o biológicas y sus sistemas vectores. No obstante, su implementación todavía
experimenta muchos retos.
Todos estos pasos y objetivos son muy importantes para algunos Estados, pero no
para todos. Y a pesar de todo, la comunidad internacional no ha renunciado a lograr un
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mundo sin armas nucleares ni de destrucción masiva y menos a lograr esto basado en
sofisticados sistemas de verificación y control.
Señor Presidente,
Costa Rica es un país pequeño, democrático, desarmado y civilista. El sistema
multilateral y el derecho internacional son nuestros únicos instrumentos de defensa.
Sabemos bien que la paz y la seguridad como “bien público global” se alcanza -en
parte- honrando la Carta de las Naciones Unidas, en especial, sus artículos 10 y 26,
cuyo cumplimiento Costa Rica ha abogado por décadas.
Como país sin ejército, no poseemos ningún tipo de arma de destrucción masiva. En
nuestra legislación están prohibidos los artefactos que al activarse produzcan gases
asfixiantes, venenosos, paralizantes, irritantes o lacrimógenos; así como el uso, la
producción o la introducción al país de gases, compuestos químicos, virus o bacterias
tóxicas y letales, que produzcan consecuencias físicas o mentales irreversibles, entre
otros.
Precisamente por tener las credenciales suficientes y sobre todo la autoridad moral que
otorga la práctica consuetudinaria, es que reiteramos nuestro llamado a la comunidad
internacional a evitar el incremento del número de nuevos Estados que posean armas
de destrucción masiva utilizando la tecnología propia o adquirida de otros Estados.
Adicionalmente, debemos continuar trabajando para erradicar el aumento en la
cantidad y calidad de armamento nuclear y de otros tipos, por parte de los Estados que
ya poseen este tipo de armas; y finalmente también debemos evitar a toda costa el
incremento en el número de Estados que poseen armas de destrucción masiva
procedente de la evolución de tecnología de uso civil.
Señor Presidente,
Tal y como lo menciona la nota conceptual que le da base a esta conversación, la
globalización y el desarrollo tecnológico facilitan los esfuerzos de la comunidad
internacional para reducir los nuevos riesgos y las amenazas. Sin embargo, estas
herramientas trabajan en doble vía, también favorecen con el peligro de que a largo
plazo estas armas puedan llegar a caer en manos no estatales.
Se hace necesario por lo tanto, reforzar los mecanismos internacionales de control de
tecnología y del material necesario para desarrollar estas armas. Asimismo, debemos
redoblar los esfuerzos para prevenir que grupos terroristas adquieran cualquier tipo de
armas de destrucción masiva y que se controle la exportación e importación de
material, equipo y tecnología para desarrollarlas.
Insistimos en que se cumpla el artículo 26 de la Carta de las Naciones Unidas, que
establece que el Consejo de Seguridad promoverá “el establecimiento y mantenimiento
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de la paz y la seguridad internacionales, con la menor desviación posible de los
recursos humanos y económicos del mundo hacia los armamentos”. Estamos
convencidos de que un mundo sin armas de destrucción masiva es esencial para lograr
los objetivos prioritarios de la humanidad, es decir la paz, la seguridad y el desarrollo
sostenible.
Por eso seguiremos trabajando hasta que esta utopía para algunos, objetivo lograble
para nosotros, de un mundo libre de armas nucleares y de destrucción masiva, se
convierta en realidad.
Muchas gracias.